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Mil Hojas, fábrica de pastas y de dignidad

La reconocida fábrica rosarina de pastas, pascualinas y discos de empanadas comenzó su actividad en 1972 y tuvo su pico de producción entre 1984 y 1992, cuando llegó a tener más de 50 empleados. Fue en esa época que ingresaron a trabajar a Mil Hojas la mayoría de los miembros de la cooperativa que recuperó la empresa después de la quiebra y la hizo retomar la senda del crecimiento: Desde Agosto de 2001 hasta aquí Mil Hojas contrató cinco nuevos empleados que se sumaron a la planta conformada por los 16 miembros de la cooperativa. Y elevó de 23 a 46 a las personas que se ocupan de la distribución de los productos. Ahora, ya propietarios de su sede fabril, apuestan a incorporar a la producción a 20 trabajadores más. Y se aprestan a diversificar la actividad, incorporando líneas de panificación.

Al cabo de estos primero dos años de trabajo como cooperativa, los trabajadores de Mil Hojas perciben un salario mensual que promedia 650 pesos mensuales, pagan puntualmente el canon locativo de más de dos mil pesos fijado por la Justicia y pudieron generar un ahorro, una capitalización, que les permitió contar con los 73 mil pesos que tuvieron que pagar para adquirir el inmueble en el que funciona la fábrica. Así, revirtieron el sombrío panorama que se les presentó cuando la empresa quebró y los despidió. Los trabajadores de Mil Hojas cosechan por estos días lo que sembraron en aquellos días en que se turnaban para hacer guardias de todo el día frente a la fábrica evitando su vaciamiento, en los que peregrinaban al edificio de tribunales para convencer a la Justicia de que su idea de continuar con la producción era viable.

La cooperativa se había conformado a fines del 2000, a partir del asesoramiento de José Abelli, uno de los dirigentes cooperativistas que luego participó de la fundación del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), y en principio los trabajadores ofrecieron a los patrones sumarse al proyecto de recuperación. Pero los dueños de la empresa no creyeron en la capacidad de sus trabajadores y optaron por interesar a algún inversor. Después, intentaron vender las máquinas. Pero ambas iniciativas chocaron con la firme voluntad de los empleados, que finalmente se quedaron con el gestionamiento de la fábrica.
En Mil Hojas, el precepto del cooperativismo que establece la democratización de la toma de decisiones se mantiene. Fue así que Miguel Cáceres fue elegido presidente. Es así como la fábrica se sostiene y crece, y permite que más de 60 personas disfruten de la dignidad del trabajo.

http://www.recuperadasdoc.com.ar/guia_recuperadas/descripciones/milhojas.htm

Entrevista a
Omar  Caceres


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